En una conversación que tenía con un representante sindical de la administración que me interrogaba sobre unas posibles medidas para incrementar las retribuciones de unos puestos de trabajo concretos, le decía que en estos momentos estoy revisando de manera profunda mi posición «ideológica» o de fundamento sobre esos temas.
De hecho ahora desconfío bastante de las herramientas que ordenan los RRHH en la administración pública y que hasta ahora hemos utilizado todos (plantillas, RPT, sistema de selección y promoción, etc.). Me temo que son más un problema que una solución. Considero que no están enfocadas realmente hacia las necesidades de los ciudadanos, son demasiado endógenas (están orientadas sólo en clave administración-sindicatos-trabajadores), y no están pensadas para mejorar el servicio real, que es para lo que estamos aquí. Y lo peor: son injustas con los buenos trabajadores públicos.
Le decía al compañero que no soy partidario, y en estos momentos menos, de crecimientos retributivos homogéneos («café para todos»), ni siquiera de puestos concretos. Sí en cambio de avances retributivos individuales o «en especie», pero de otra manera: especialmente vinculados a evaluaciones del desempeño de los trabajadores públicos.
Reconozco que tenemos que trabajar en la objetivación de esas mediciones, pero eso es posible como ya se está demostrando incluso en la administración. Ahí es donde creo que debemos profundizar y avanzar en las propuestas próximamente, y encontrar esas fórmulas de evaluación en las que la mayoría estemos de acuerdo. Refugiarnos en productividades o descripciones generales que no valoran el desempeño es muy injusto con los trabajadores eficaces y diligentes (que son la mayoría), y abunda en un proceso no sostenible de la administración pública.
El único consejo que me atreví a darle al representante sindical con el que debatía (aún a sabiendas que quizás no iba a a ser bien recibido) es que si su administración tuviera dinero disponible (?) debería canalizarlo a este tipo de estrategias retributivas, mucho más individualizadas y justas. Y sabemos que lo que digo es muy complicado, sobre todo depende de la madurez de la organización que se tenga, de la visión y capacidades de sus mandos y directivos y también de la de sus representantes sindicales.