Me encuentro estos días trabajando en un proyecto de formación para directivos públicos, y me toca hacer reflexionar a los participantes sobre el trabajo en red y la innovación.
Los organigramas verticales, las unidades y departamentos permanentes y fijos, sus dependencias orgánicas y funcionales, las sacras definiciones de puestos de trabajo y otros elementos de este tipo (que llevan sin evolucionar muchos años) en estos momentos están complicando -en mi opinión- el funcionamiento fresco y flexible de nuestras administraciones. No nos permite adaptarnos a las necesidades cambiantes de los ciudadanos.