Reflexionaba en estos días sobre el choque entre dos máximas o mantras que todos hemos leído u oído en algún momento.
Una proviene del mundo del management y ha sido utilizada (yo también, lo reconozco) en miles de cursos y charlas en organizaciones para poner el foco en los objetivos, la visión y fijar los destinos. Es la conversación de Alicia (en el País de las Maravillas) con el gato, cuando se encontraba perdida:

“[…]¿Podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de aquí?
—Depende mucho del punto adonde quieras ir -contestó el Gato.
—Me da casi igual adónde – dijo Alicia.
—Entonces no importa qué camino sigas – dijo el Gato.
La otra máxima está más en la línea de libros o citas de autoayuda:

bty
Happiness is not a destination. It is a way of live.
Nos aconseja ésta que no veamos la felicidad como un objetivo, como un destino, como una obsesión; que la cosa de estar bien y disfrutar va más de cómo afrontamos la forma de vivir. Del día a día, vamos.
Ya tenemos el lío planteado, pues.